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Las dulzainas dan comienzo a la fiesta de San Vicente en Sigüenza
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Las dulzainas dan comienzo a la fiesta de San Vicente en Sigüenza

jueves 22 de enero de 2015, 11:35h
En las vísperas, el párroco local, Jesús Montejano, bendijo las rosquillas del Santo y la hoguera, que ardió en la plaza del Doncel, mientras las gaitas calentaban los corazones.
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La fiesta de San Vicente viene a romper la cuesta de enero de la ciudad, porque como dice el refrán, “por San Vicente, el invierno pierde un diente”. Desde el siglo XII, la ciudad de Sigüenza se puso bajo su protección. El martirio de este diácono de San Valero, arzobispo de Zaragoza, tuvo lugar a comienzos del siglo IV en Valencia.

Los orígenes de la fiesta que convierte al santo en patrón de la ciudad, se encuentran en un 22 de enero del año 1124, día en que un Obispo francés procedente de Aquitania, Don Bernardo de Agén, tomaba el castillo y la ciudad que estaban en poder de los musulmanes para consagrarla al santo del día.

Años más tarde, se erigía una iglesia dedicada a San Vicente, una joya del arte románico que merece ser visitada, y que está situada en el corazón de la ciudad medieval, frente a cuya fachada se celebran los actos conmemorativos de la fiesta. De fines del siglo XVIII data la fundación de la Cofradía que lleva el nombre del santo y que se encarga de la organización de la fiesta.

La parroquia de San Vicente custodia durante todo el año la imagen del Santo y en estas fechas la Cofradía honra a su patrón, aunque el hermano mayor tiene también otras funciones a lo largo del año. La celebración religiosa comenzó el pasado día 13 de enero, con la novena en la que se honra al patrón de la ciudad, “meditando sobre su vida y suplicándole su ayuda y protección”, explica Jesús Montejano, párroco de Iglesia.

Ningún seguntino concibe la fiesta sin el sonido de la dulzaina. Ayer, día 21, fueron vísperas, en las que terminó la novena y hubo ceremonia religiosa. Los seguntinos adoraron la reliquia del santo que se conserva en el templo. Antes, el párroco local había bendecido las rosquillas del Santo, en la Travesaña Alta junto a la Iglesia, y la hoguera, en la plaza del Doncel.

Con cero grados centígrados y a eso de las seis de la tarde, comenzaba un pasacalle que subía por Arcedianos hasta el mismo corazón de la ciudad. Es la música de las gaitas la que cambia el talante de los seguntinos. En cuanto la oyen, están de fiesta. A las seis y media pasadas Jesús Montejano rociaba con agua bendita los dulces del Santo que había horneado la Confitería Las Delicias, que está en el Paseo de La Alameda. La Cofradía de San Vicente, que cuenta con 140 hermanos, la que las pone a la venta con un pequeño recargo para sostener los gastos de la entidad. Los seguntinos hacen cola hasta la plaza para comprarlas.

Antiguamente eran el hermano mayor y los cuatro hermanos menores de la Cofradía quienes se encargaban de recoger la leña. Hoy, el Ayuntamiento colabora en esa tarea. De forma invariable, la pira de madera de pino se coloca verticalmente en medio de la Plaza. Colgadas de algunas de las ramas muertas, mandarinas y naranjas. Algunas teorías dicen que en su tiempo eran el postre de un barrio pobre, obrero, otra, la más extendida, afirma que se colocan para agasajar con ellas al Santo valenciano.

Faltaban algunos minutos para las siete cuando los hermanos menores prendían la iluminaria. Cuando bajó en su intensidad, los niños recogieron los carboncillos de madera quemada para tiznarse la cara unos a otros. Después, los más valientes saltaron sobre el fuego decreciente. Siendo alcalde Vicente Turo, y a impulso del gaitero José María Canfrán, se celebró el I Certamen de Dulzaina, que esta tarde llega a su XXVIII edición.

Este año el hermano mayor es José Luis Ortega Sánchez. Ayer cantaba orgulloso el himno de San Vicente mientras sostenía la insignia que entregará mañana, día 23 de enero, al siguiente hermano de la lista, Lorenzo Robisco Pascual. A José Luis Ortega lo hicieron hermano el mismo día que nació, el día 23 de enero de 1972. “Vine al mundo a las ocho de la mañana, y a las doce era un cofrade más, porque ese día se celebra la Asamblea”. Fue hermano mayor a los 43 años, y recuerda que su padre y su abuelo, Valentín Ortega Plaza, se han significado siempre por el mantenimiento y la defensa de la tradición. Todos los hermanos todos llevan el escapulario distintivo. Y es el hermano mayor el que debe portar la Insignia de la Cofradía en las procesiones de El Corpus y de la Virgen de la Mayor.

Hoy, día 22, tiene lugar la celebración central, con la eucaristía que presidirá el obispo de la diócesis, acompañado de los párrocos de la ciudad, algún miembro del Cabildo y otros sacerdotes. Esta tarde se sacará al Santo en procesión. Mañana, día 23, la Cofradía ora por sus difuntos con la eucaristía y se celebra la junta y el paso de la insignia al nuevo Hermano Mayor. La suele presidir también el obispo. La Cofradía, las parroquias de la ciudad y el Ayuntamiento se unen para honrar al patrón de la ciudad y hacen fiesta en su honor.
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