Más de la mitad de los electores de Castilla-La Mancha prefirió ayer cambiar el agua del acuario, sacar – por fin – la ropa de verano, lavar el coche o ver por primera vez el vídeo de la boda del sobrino que acercarse a votar. A esos 821.838 votantes potenciales a los que no les dio la gana ejercer su derecho al voto bien pudieran sumarse otros 16.267 que sí votaron aunque en blanco y otros 19.198 que votaron pero mal (nulo, vamos). Es una cifra altísima pero similar a la de otros comicios. Europa sigue quedando demasiado lejos.
La mayoría de los que sí se molestaron en depositar su papeleta en la urna lo hizo al Partido Popular, que saca más de 64.000 votos al PSOE. Más allá de cifras y datos, la sensaciones que arrojan estas elecciones son, por un lado, que el partido que lidera en Castilla-La Mancha Emiliano García-Page no ha sabido digerir aún su derrota de hace tres años y plantear una oposición constructiva. La ciudadanía aún ve en el PSOE al partido que le arrastró a la crisis y no reconocerlo, entonar el mea culpa, está permitiendo que al PSOE le ganen terreno por la izquierda. Page, en estos momentos, lo tiene crudo y puede que termine cruzando el Tajo para acomodarse en Madrid, como ya lo hicieran antes que él sus mentores (Bono y Barreda), porque en la región no va a tener sitio. En Toledo los socialistas han sufrido una derrota abultadísima, lo que puede considerarse como una dura reprimenda a la labor que desempeña el también alcalde de la Ciudad Imperial. Y es que andar de aquí para allá pero sin estar en ningún sitio es una apuesta arriesgada que, de momento, le está saliendo mal.
En Cuenca, la otra capital de provincia gobernada por el PSOE, la cosa no ha ido mejor. Juan Ávila parece que puede ir haciendo las maletas y buscar, como Page, futuro fuera de la política.
La segunda sensación con la que me quedo de estas elecciones es que la gente ha "pasado" del llamado voto útil (el Partido Antitaurino es la octava fuerza política en la región con 6.620 votos y han conseguido votos partidos como Extremadura Unida o el Partido Andalucista) y esto se puede hacer, precisamente, porque Europa queda aún muy lejos. Decir que el fin del bipartidismo se acerca me parece muy aventurado aunque también es cierto que las locales y las autonómicas están a la vuelta de la esquina y los dos grandes partidos van a tener que ponerse las pilas. Las primarias en el PSOE les va a venir más que bien; el PP va a tener que inventarse algo para recuperar el electorado fugado. Además, habrá que esperar para ver si el ascenso de IUCLM (8,67% de los votos), UPyD (7,20%) y Podemos (6,35%) es sólo flor de unas elecciones o si por el contrario es el comienzo de una carrera de fondo.
El PP ha ganado las elecciones con autoridad y Cospedal siente que sus políticas tienen respaldo. Aún queda un año para las elecciones autonómicas y el crecimiento de la economía juega a su favor. El PSOE necesita una regeneración total porque aún duelen los "pufos" que dejaron por toda la región. Demasiado tiempo viendo las mismas caras.
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