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Siete orejas en la clase práctica tamajonera del certamen 'Guadalajara busca torero'
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Siete orejas en la clase práctica tamajonera del certamen 'Guadalajara busca torero'

viernes 18 de agosto de 2023, 11:13h
Celebrada en la plaza de La Carrasquilla, se lidiaron cuatro erales, de gran calidad, sobre todo el primero, Defenso, de la ganadería de Hermanas Ortega, para otros tantos chavales, alumnos todos de diferentes escuelas taurinas españolas y portuguesa. Gonçalo Alves, Ruy Sánchez e Ian Bermejo, salieron a hombros, cortando dos orejas cada uno. Por su parte el mejicano Joaquín Manzur cortó sólo una al más flojo de los novillos.

Como en cada semana cultural, Tamajón ha acogido en la Plaza de Toros de La Carrasquilla una clase práctica, una becerrada, perteneciente al certamen 'Guadalajara busca torero'. Se lidiaron cuatro erales de la acreditada ganadería de las Hermanas Ortega, de Aranjuez, con encaste Domecq.

Los novilleros fueron otros tantos chavales que se forman en la actualidad en diferentes escuelas taurinas españolas y portuguesa.

La becerrada comenzó muy puntual, a las siete de la tarde, y la presidió Marcos Jurado, concejal de Festejos de Tamajón. Abrió la monumental de La Carrasquilla, como se conoce popularmente en Tamajón a su pequeño coso taurino, Gonçalo Alves, de la Escuela Taurina de Villafranca de Xira, en Portugal. Le correspondió en suerte Defenso, castaño claro, listón, ojo de perdiz y bocidorado. Fue un novillo extraordinario, que le permitió al chaval brillar en todas las suertes. Con una calidad y nobleza impecables, fue hasta donde el torero quiso que lo hiciera. Dio la vuelta al ruedo.

El portugués estuvo además voluntarioso. Lo entendió bien e hizo un toreo templado y armónico en todos sus movimientos, no dejando escapar la oportunidad. Estuvo brillante con el capote, con la muleta y hasta en el toreo de rodillas. Con una actitud innegable, rubricó todo lo anterior con una buena espada. Mató a la primera, con una estocada un poco contraria, pero eficaz.

Alves, feliz, declaraba en el burladero haberse sentido a sus anchas en la cara del toro. “El novillo fue bueno, tenía mucho recorrido, humillaba, y me ha permitido disfrutar de mi toreo”, decía. El novillero disfrutó cada suerte: banderillas, capote y muleta. “Lo he matado bien, y eso es importante”, añadía, con la ilusión intacta, como el resto de novilleros, de poder ganar la presente edición del certamen Guadalajara Busca Torero. Su actuación, sin duda, lo convierte en candidato.

El segundo novillo, de nombre Taconero, negro mulato, fue para Joaquín Manzur, alumno del CITAR. Al novillo le faltó fuerza, lo que impidió al torero brillar todo lo que hubiera querido en Tamajón. Por tal condición, no humillaba y no tenía recorrido. A Joaquín le faltó algo de convicción y sabiduría para sacarle a la res lo que tenía dentro. Mató a la segunda, después de una media que no resultó efectiva. Se llevó una oreja. El mejicano, en el burladero, explicaba que intentó hacerlo lo mejor posible, pero que “al animal le faltaba fuerza y tenía que cuidarlo mucho, y a la vez hacerle las cosas muy bien”. De su actuación, se quedó con unos naturales del final de su faena con la muleta.

El tercer novillo, Corregido, colorado listón, rojizo, ojo de perdiz y bocidorado fue para Ruy Sánchez, también alumno del CITAR. El novillo permitió el triunfo del chaval, pero se lo puso caro. No tuvo la bondad de sus hermanos precedentes, vendiendo muy cara cada embestida. Y ahí estuvo la pelea entre Joaquín
y su enemigo, que tenía transmisión y bravura, pero que no admitía errores. Cuando se equivocaba el mejicano, el novillo se lo hacía pagar. Le dio un par de sustos y lo marcó en cada embestida. El chaval derrochó decisión e ilusión. A la hora de entrar a matar, se le resbaló la espada en su primer intento. A la segunda, entró con todo y mató a su enemigo de manera fulgurante, con una estocada entera, pero algo desprendida. “Ha sido una faena de emoción y de actitud, de buscar conseguir pegarle pases al animal. Y, al final, he logrado disfrutar. Hubo una tanda donde sentí que me regaló embestidas muy bonitas, estando a gusto con él. Me voy muy contento de Tamajón. El novillo era complicado, había que tragarle, me esperaba y esperaba que yo lo tocara, pero al final lo logré meter en la muleta. Si tienes ganas, y te entregas, el animal siente lo mismo. Con la espada fallé una vez y me propuse no fallar a la segunda, como así fue. Estoy contento de triunfar y de que Tamajón se haya entregado”, terminaba

El cuarto y último añojo fue para Ian Bermejo, alumno de la Escuela Taurina de Castellón. Le correspondió en suerte Cortesano, colorado listón. El novillo tuvo un carácter parecido al de Corregido. Era exigente y se pensaba cada embestida, lo que desconcertaba un poco a la bisoñez del torero. Sin embargo, el chaval estuvo firme, y aguantó con valor los revolcones que le propinó el eral. Su valor tuvo recompensa, puesto que el novillero le pudo sacar el buen partido que tenía, ya que todo lo que hacía lo hacía con bravura, transmisión, humillando y con recorrido. Simplemente había que guarecerse, con técnica, de las coladas. La espada no cayó bien a la primera. A la segunda, colocó una entera algo desprendida, que resultó efectiva al final. El castellonense, con una gran sonrisa, pero dolorido por las volteretas, confesaba que se vio bien “con un novillo al que había que tocarle muy por fuera y que por el pitón izquierdo era complicado”.

Belén Ortega, la ganadera, se marchó muy contenta de Tamajón. “Veníamos con muchas esperanzas. Los novillos eran muy bonitos, con mucha reata y bien presentados”, señalaba con el Ocejón a su espalda. “Los chicos han estado bien, con un novillo, Defenso, de vuelta al ruedo, extraordinario. Si en vez de en una novillada sin picadores, hubiera ido a una plaza de segunda, probablemente hubiera sido un indulto. Nos deja un gran sabor de boca. El resto también han sido muy buenos, con calidad y dejándose. Pero al final, esto es una clase práctica, los novilleros vienen a aprender, y de los errores se aprende”, terminaba.

Por la mañana, los mismos novilleros habían presentado a los agalloneros una clase de toreo de salón, en la Plaza del Coso de Tamajón, mostrando a la afición cómo se manejan “los trastos” en la tauromaquia, respondiendo a las preguntas del público e interactuando con ellos.

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