La presentación de los presupuestos de Castilla-La Mancha para el año que viene ha dejado claro, una vez más, que hay dos formas de hacer política, de ver la vida y de comprometerse con los ciudadanos. Los mundos de Yupi, afortunadamente, han quedado atrás.
Parece que ha pasado una eternidad pero hasta hace bien poco la práctica común por parte del Gobierno que presidía José María Barreda, con Emiliano García-Page muy cerca, consistía en prometer y jugar con la gente a cambio de un puñado de votos. Con una ligereza que ahora asusta se presentaban proyectos año tras año sin tener un duro para llevarlos a cabo (los hospitales de Guadalajara y Cuenca son sólo un ejemplo pero podemos seguir con depuradoras, la UCLM....) y sólo cuando las máquinas empezaron a parar por falta de pago, cuando algunos colectivos – unos pocos, no nos vamos a engañar – alzaron la voz hartos ya de aguantar con buena cara las promesas incumplidas se vio el plumero, la verdadera cara de la política del PSOE. Y fue su fin.
La presentación de los presupuestos por parte de María Dolores Cospedal ha puesto sobre la mesa un buen puñado de medidas de las que ya ha informado ampliamente este diario y el resto de la prensa regional. Pero ha habido algo más que no se dijo, algo que no necesita ninguna palabra y sí mucho trabajo, algo que se ha instalado en Castilla-La Mancha y esperemos que sea para siempre: credibilidad y confianza. Porque ahora si se asegura que se va a terminar el hospital de Guadalajara, sabemos con certeza que el dinero va por delante.
Si (
No(
