CULTURA

¡Oh!... ¡Triste Navidad!

Redacción | Sábado 27 de diciembre de 2014
La semana de la Navidad, 25 de diciembre, esa fecha de… ¿de qué? Fiestas, reencuentros, regalos, reuniones, buenos sentimientos, promesas, deseos, propósitos, sueños, ese ambiente contagioso en el que sale lo mejor de las personas, esa fecha de… felicidad, aunque no siempre.

Diciembre, Navidad, familia, fiestas, buenas intenciones, planes y todo un calendario con fechas marcadas en rojo, la de esta semana no podía ser otra que la Navidad, ese 25 de diciembre en el que nos reunimos con familiares y amigos, nos deseamos felices fiestas e, incluso, algunos afortunados, abren sus regalos.

Sin embargo, aunque el 25 de diciembre es esa fecha de la felicidad hecha Navidad, también es una fecha amarga, una fecha marcada en el corazón de la historia del arte, la fecha en la que nos dijeron adiós dos figuras y dos genios que, cada uno en su ámbito, cambiaron la historia y los parámetros del arte. Y es que el 25 de diciembre es el aniversario de la muerte de dos maestros individualistas de grupo: Tristan Tzara y Joan Miró. El 25 de diciembre,…., ¡triste Navidad la de aquellos años!

Tristan Tzara, el “cadáver exquisito”

Samuel Rosenstock o lo que es lo mismo, Tristan Tzara es uno de esos célebres artistas que cambiaron el curso de la historia y del arte, uno de los fundadores de ese movimiento Dadá que sería catalogado de “antiarte”, ese movimiento que se replanteó el arte en todas sus facetas.

Tristan Tzara nació el 16 de abril de 1889 en Rumanía y pasó la mayor parte de su vida en Francia. Así, este francés de adopción, escritor poeta y ensayista fue uno de los padres del movimiento dadaísta, junto con Jean Arp y Hugo Ball, ese dadaísmo que mostró una nueva corriente artística revolucionaria y rompedora. El Dadaísmo fue el primero de tantos movimientos e influiría en el Surrealismo, el estridentismo y el Arte Pop.

El movimiento Dadá surgió en Zúrich durante la Primera Guerra Mundial y fue Tristan Tzara quien realizó sus primeros textos, “La primera aventura celestial del seños Antipirina” y “Veinticinco poemas”, así como sus manifiestos, “Sept manifestes Dada”. Este movimiento fue el encargado de organizar espectáculos callejeros absurdos en los que la norma era la falta de norma y la característica el absurdo, la broma, la burla e, incluso, el insulto y el escándalo.

En 1929, con la fundación de André Breton del movimiento surrealista, artistas como Tzara se sumaron a esta nueva corriente que pretendía aglutinar las doctrinas nihilistas y la afiliación marxista. En la escritura, Tzara fue el responsable de métodos de creación como los de collage o el cadáver exquisito.

Durante la Segunda Guerra Mundial, Tzara estuvo en la Resistencia francesa. Aunque, al finalizar la guerra, Tzara se convirtió en un autor de carácter íntimo y reflexivo que, sin embargo, mantenía la espontaneidad y arbitrariedad en el manejo de las palabras con una expresividad individualista y autónoma.

Finalmente, el 25 de diciembre de 1963 el escrito dadá dio su último suspiro y nos dejó para siempre.

Joan Miró, el surrealista de la autonomía

Y llega el turno del pintor, el escultor, el grabador, ceramista, litógrafo,…, artista, Joan Miró, que fue uno de máximos exponentes del Surrealismo, el Surrealismo de lo subconsciente, lo infantil, un Surrealismo diferente.

Joan Miró nació el 20 de abril de 1893 en Barcelona y vivió 90 años que marcaron la historia del arte.

Tras sus primeros estudios y sus primeros trabajos en pintura, su primera exposición individual llegó en 1918 en las Galerías Dalmau de Barcelona, con ochenta y cuatro obras de paisajes, naturalezas muertas y retratos detallistas con influencias de los postimpresionistas, los fauvistas y los cubistas, que están muy alejadas del Miró que todos en la cabeza, aunque ya había todo un paisaje iconográfico y simbólico estudiado y seleccionado.

Con sus primeros viajes a París llegaron las vanguardias y el Surrealismo y su contacto con otros artistas como Gargallo, André Masson, Max Jacob o Picasso. El París de Montparnasse acogió a un pintor que absorbió el dadaísmo y el surrealismo de André Breton. Así, en 1924, podemos ver esa obra surrealista de Joan Miró.

Miró se introdujo en un mundo de inconsciencia, subconsciencia y onirismo en el que se consolidaría en un estilo muy propio con elementos como el ojo o la oreja. De esta manera, una de las obras que definen el surrealismo de Miró es “Carnaval de Arlequín”, obra que presentaría en la “Peinture surréaliste” junto con artistas de la talla de Chirico, Paul Klee, Man Ray, Pablo Picasso o Ernst.

Sin embargo, entre 1928 y 1930 comenzaron las diferencias en el grupo surrealista debido a la militancia política y como Miró optaba por la lucha y el cambio a través de la pintura se fue alejando del grupo y se fue diferenciando dejando un legado diferente, un Surrealismo propio inconfundible.

Durante la Guerra Civil Española, en 1937 participó en el pabellón de España de la Exposición Internacional de de París con su cartel de “¡Aidez l’Españne!”, como un reclamo para pedir ayuda para la España republicana.

Tras la guerra, en 1940, Joan Miró regresó a España, a Palma de Mallorca, donde realizó todo un exilio interior y donde no dejó de producir en todas las áreas posibles: pintura, dibujos, litografía, grabados, cerámica. En 1958n realizó otra de sus obras más célebres, los murales cerámicos de la sede de la UNESCO en París, una obra centrada en dos temas, el sol y la luna.

Hoy, en Madrid, podemos ver una de sus grandes obras con solo levantar la vista, la fachada del Palacio de los Congresos, en plena Castellana.

Joan Miró acabó sus días el 25 de diciembre de 1983, a los 90 años, en Palma de Mallorca, y fue enterrado en el cementerio de Montjuïc, en Barcelona. En su último cumpleaños se realizaron todo tipo de actos y exposiciones para conmemorarle como “Joan Miró: a ninetieth Birthday Tribute” en el MoMA.

Así, el 25 de diciembre de aquellos años el arte lloró la pérdida de esos genios que surgen en la historia y la cambian, dos revolucionarios del arte que, con su adiós, hicieron la Navidad un poco más oscura, más triste.


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