OPINIÓN

Un año después, no consigo olvidar

Redacción | Jueves 23 de octubre de 2025
Este próximo 29 de octubre, Valencia acogerá un funeral de Estado por las 237 víctimas de la Dana en el primer aniversario de la catástrofe que dejó tanta tragedia y tanto dolor.

Hoy, he vuelto a recuperar las fotos que hice en mi estancia allí como voluntario y que dejó una huella imborrable al vivir escenas de tanto dolor, de tanta desolación y también de tanta esperanza, compasión y consuelo por la impresionante labor de ciudadanos voluntarios que, sin medios ni entrenamiento profesional se convirtieron en los primeros en dar respuesta a la crisis en esos días de tanta tragedia. Hay momentos en la vida que se quedan mejor guardados y durante más tiempo en la memoria que en la cámara de fotos, aún sigo a día de hoy teniéndolos muy presentes en mi retina, en mi memoria y no consigo olvidarlos.

No consigo olvidar lo mal organizada y coordinada que estaba toda la ayuda, era muy ineficaz y cada voluntario ayudaba con lo que buenamente podía en un ejemplo extraordinario de solidaridad al volcarse con los valencianos afectados, echándose a la calle para ayudar debido a la inacción; por un lado de la administración y los políticos que estaban más pendientes de su guerras ideológicas y luchas partidistas incomprensibles para el común de los mortales en una situación así.

Y por otro de instituciones muy bien regadas de dinero público y financiadas, pero que pierden su energía y financiación en sus recursos propios y autoorganización. Parece increíble, pero ambas no estuvieron a la altura de las circunstancias ni preparadas para hacer frente a estos desastres y a la avalancha de ayuda que hizo falta.

No consigo olvidar la cantidad de coches volcados, apilados y destrozados por todos los rincones que recorría. Tiendas, negocios y locales arrasados por el barro. Calles llenas de fango y naves industriales en polígonos devastados. Parques y jardines cubiertos de una capa marrón y montañas de barro. Vehículos marcados con una “X” donde se habían encontrado cadáveres. Furgonetas, camiones y coches cargados de guantes, fregonas, palas, escobas, jabón, agua, lejía, comida y de todo lo que en ese momento se necesitaba. No consigo olvidar los garajes y bajos llenos de lodo, las alcantarillas anegadas y ese olor fétido a podredumbre que todo lo impregnaba debido a los residuos fecales, la descomposición y la salitre acumulados.

Un año después, el dolor persiste, pero también la determinación de una sociedad que no quiere olvidar y que reclama verdad, memoria, silencio y sobre todo justicia con los que gestionaron todo desde el principio. La política, los políticos y los administradores de lo público tienen que rendir cuentas y responsabilidades de unas muertes que se deberían haber evitado en este trágico episodio de la historia de España.

Un año después las heridas aún siguen abiertas. El 20% de los negocios en locales comerciales sigue cerrado un año después, lo que supone que 460 comercios, bares y otras pequeñas actividades de servicios no reabrirán, mientras que otro 10% aún está con obras para reabrir. Además, alrededor de un centenar de industrias han cerrado por la catástrofe, el 5,8% de las existentes en esos municipios.

Un año después casi la mitad del alumnado tiene problemas de concentración y desmotivación importantes. Un año después, los 124 centros educativos afectados siguen recuperándose. Las calificaciones han bajado y los resultados de las pruebas de acceso a la universidad fueron los peores de su historia. ¿Están los centros educativos preparados si hubiera un nuevo desastre?¿Existe un protocolo anti-inundaciones para los centros educativos? ¿Hay un Plan Integral de emergencias del riesgo de inundación en todos los centros educativos de la Comunidad Valenciana?

Antonio de Miguel

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