En «Que no quede huella» desenmascara las corrupciones de las altas esferas políticas en una novela llena de acción
Nacida en Quito, María Eugenia Paz y Miño es una autora reconocida en su país que ha escrito más de cincuenta cuentos y cuya primera novela publicada, La puerta del Ilaló, alcanzó los diez mil ejemplares de venta.
La versatilidad de la escritora en el campo de la literatura siempre ha sido palpable gracias a sus obras de poesía, biografías y ensayo y cuya formación como antropóloga también la llevó a escribir San Biritute: lluvia, amor y fertilidad.
Su segunda novela, Que no quede huella, surgió tras una serie de investigaciones que desembocaron finalmente en la escritura de un thriller político que impregna al lector de acción y de "secretos a voces". Estos brotan como una necesidad de contar las diversas formas que puede adquirir el poder enmascarado por el dinero y del sistema injusto de clases en los que se basa cualquier sociedad.
Y eso ha hecho precisamente María Eugenia Paz y Miño en este libro donde la constante lucha por el poder político es la abscisa de la que parte el resto de la trama. En ella, su protagonista, el Comandante, traicionado por su propio Partido, debe huir a la amazonia ecuatoriana para evitar su muerte.
¿Quién ha sido el delator? ¿Y por qué?
En este recorrido hacia la deserción lo acompañarán su mujer Sara, su amigo Belisario Puente y El protector, quienes desde el primer momento funcionan como parte de un armazón de hierro para proteger al Comandante y ayudarlo en su batalla revolucionaria desde la sombra. Sin embargo, los intereses políticos de la derecha constituirán la piedra en el camino de estos personajes y de su lucha, pues el ISS (International Secret Service) recluta a Andy Gaibor para que se infiltre en su círculo más cercano y, por su parte, el presentador televisivo Pepe Calles será el cabecilla de una propaganda acusatoria contra el Comandante.
Tal es así, que el desprestigio para que la izquierda revolucionaria no gane adeptos en el país se desencadena en una serie de subtramas muy interesantes que destapan redes de trata de blancas, narcotráfico y pertenencia a grupos extremistas cuyo fin es implicar al protagonista.
¿Es el Comandante el chivo expiatorio de un entramado todavía más poderoso? ¿Por qué él representa una amenaza?
María Eugenia Paz y Miño ha escrito una novela intrigante, reveladora y concienciadora sobre los entresijos políticos y la eterna ambición para llegar a lo más alto —caiga quien caiga—, cuya némesis es la idealización de un país más justo para el pueblo sin la jerarquía de las clases sociales y de un mundo donde la tierra forme parte íntegra de la sociedad.
Dos posturas políticas que se contraponen a lo largo del libro de la autora ecuatoriana, quien posee un estilo narrativo que explora cada detalle y que resulta adictivo, pues la trama se desenvuelve de manera impactante hasta llegar a un final igual de verosími que el resto de la trama.
Leer Que no quede huella es abrirse paso y encontrar la luz en un mundo donde la corrupción, las malversaciones, las traiciones y la codicia están a la orden del día.
Un reflejo de la sociedad actual cuyo orden gubernamental a nivel mundial parece impensable, pues la política funciona como un órgano vivo, en constante cambio, a pesar de que el mundo parezca estar somnoliento.
Sin embargo, María Eugenia Paz y Miño hace despertar al lector a través de una historia llena de acción y de referencias políticas que están presentes hoy en día y que por momentos hacen estremecer por la realidad que reflejan.
Las ciento cincuenta páginas de la novela, acompañadas de maravillosas ilustraciones, albergan una lectura muy recomendable para cualquiera que admire la literatura valiente.